La estratégica situación de Canarias en medio de las rutas atlánticas justifica la masiva presencia de corsarios y piratas en aguas canarias. Muchos de los piratas que se harían célebres por sus “hazañas” en El Caribe forman parte de la historia de Canarias al convertir este archipiélago en un punto de escala en la travesía en el cual ejercían el bandolerismo con cierta impunidad.
Ali Romero
Ali Romero nació en 1640 en la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria. Siendo pescador fue apresado por piratas berberiscos y vendido en Argel.
Su patrón lo introdujo en el corso, llegando a hacer carrera como pirata profesional, pues alcanzaría el notable cargo de Almirante de la Armanda de Argel
Su patrón lo introdujo en el corso, llegando a hacer carrera como pirata profesional, pues alcanzaría el notable cargo de Almirante de la Armanda de Argel
Jean Fleury
Jean Fleury, navegante francés metido a pirata a instancias delcomerciante Jean Ango, quien lo puso al frente de una flota de cuatro navíos y cinco galeras con las que apresaría barcos que hacían la ruta americana. En 1522 persiguió, con la idea de asaltar, a siete navíos que habían partido de Cádiz hacia Canarias. Éstos se refugiaron en La Isleta (Gran Canaria) donde fueron defendidos por una fuerza naval canaria. Su nombre está relacionado con la captura del Tesoro de Moctezuma, el último emperador azteca, cerca de las Azores (1523), a una expedición española que lo traía a Europa. Apresado por el capitán Martín Pérez Irizar (natural de Rentaría) fue ejecutado en Toledo en el año 1527.
Le Clerc + Sores
Jambe de Bois (Pie de Palo) es el sobrenombre del pirata francés François Le Clerc debido a que había perdido una pierna en el transcurso de la batalla de Guernesay (1549) contra los ingleses. Le Clerc fue puesto al mando de una potente flota que pretendía hacerse con las isla del Perú, en las Antilla. Además, saqueó a su antojo Santo Domingo, Puerto Rico y parte de la costa Yaguana. De regreso a Francia, en 1553, decidió atacar Canarias, poniendo rumbo a Gran Canaria donde fue repelido. Como alternativa tuvo la de invadir Santa Cruz de La Palma, cosa que hizo con relativa facilidad gracias a la pericia de su lugarteniente Jacques de Sores. Asaltaron la ciudad quemando casas y edificios públicos cobrándose como botín cualquier pertenencia de valor. Sores sería, además, el calvinista que con los años mataría en esta agua a los jesuitas del padre Azevedo al hacer de la piratería parte de una cruzada religiosa.
Tabac Arráez y Soliman
Los corsarios argelinos Tabac Arráez y Soliman tienen el dudoso honor de haber hecho la mayor conquista que jamás se logró en Canarias: atacando Lanzarote en el año 1618 obtuvieron un botín de 900 cautivos e infinidad de objetos de valor. Su éxito se basó en la explotación de una traición por la cual supieron los invasores que era en la Cueva de los Verdes (Haría) el lugar donde se escondía el grueso de la población. Cuando ambos piratas abandonaron Teguise, y Lanzarote, se encaminaron hacia La Gomera, sin encontrar mucho que robar, pues para entonces todo el Archipiélago estaba alertado de la presencia de los saqueadores argelinos. Por fin, pusieron rumbo a Argel, puerto base de la flota y plaza de mercado de esclavos, pero a la altura del estrecho de Gibraltar les esperaba la Armada española al mando de Miguel de Vidazábal quien les infringió un gran castigo. Se rescataron muchas personas y la cautiva Francisca de Ayala tuvo la oportunidad de recuperar el cuerpo y la cabeza de la escultura de la Virgen de Guadalupe que había sido sustraída por los argelinos de su templo parroquial de Teguise.
John Hawkins
John Hawkins representa al comerciante inglés que toma a Canarias como territorio trampolín para realizar acciones de piratería. Hijo de un antiguo comerciante que conocía bien Canarias, cambió el trueque de mercaderías por la venta de esclavos. Sus socios en Canarias, Pedro Soler y Pedro de Ponte, le proporcionaron los contactos y la protección legal para hacer esclavos en Guinea que vendía, posteriormente, en las Indias Occidentales. En la década de 1560 visitó frecuentemente el Archipiélago ejerciendo su oficio de pirata, pues no dudaba en abordar a otros navíos esclavistas a los cuales robaba la valiosa mercancía humana.
Sir Francis Drake
Sir Francis Drake fue el discípulo más aventajado que tuvo Hawkins (eran primos). Su fama como corsario a las órdenes de su reina, Isabel I de Inglaterra, compite con la de navegante y comerciante, ya que en 1580 circunnavegó el globo terráqueo. Enemigo confeso de España atentó en varias ocasiones contra los intereses del monarca Felipe II, ya fuese atacando a la Armada Invencible, o saqueando las colonias hispanas de América. De su primera aventura en Canarias (1583) no salió bien parado, pues los intentos de invadir La Palma se toparon con los cañones del castillo de San Miguel. Tampoco logró penetrar en San Sebastián de La Gomera y sólo pudo hacer un corta visita a Valverde en El Hierro. Sus hazañas bélicas están relacionadas con las Indias Occidentales, lugar donde hizo fortuna al aceptar la piratería como sistema legal de combate frente a las potencias extranjeras. Canarias fue para Drake su asignatura pendiente, incluso en 1595 cuando intentó en vano apoderarse de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. En esta ocasión estuvo acompañado por Hawkins y otros corsarios ingleses que buscaban con ansiedad los víveres que les permitieran llegar a América, fin último de la expedición. De su sonada derrota en Gran Canaria se hizo eco la literatura de la época dedicándole sendas obras los escritores Lope de Vega (La Dragontea) y Cairasco de Figueroa (El Templo Militante).
Morato Arráez
Morato Arráez constituye el azote de Lanzarote por cuanto que en el año 1586 protagonizó uno de los ataques más virulentos de cuantos ha padecido la isla. Cuando arribó a Canarias llegaba precedido por una gran fama como corsario que actuaba bajo las órdenes del virrey de Argel Mami Bajá. Nació en Haarlem, en el seno de una familia cristiana que le bautizó como Jean Jansse, y que abandonó a los 12 años para enrolarse en barcos piratas en los cuales aprendió el oficio de la mano de Kara-Ali y los temibles Barbarroja. Combatió como turco en el asedio a Malta de 1565 y fue el héroe argelino que logró sustraer dos barcos de propiedad pontificia que estaban fondeados en el puerto de Januti (Toscana). Su fama como bandolero del mar le valió para aparecer en obras de la literatura universal firmadas por autores tan prestigiosos como Lope de Vega, Cervantes o Quevedo.
Walter Raleigh
Walter Raleigh alcanzó el título de Sir de la mano de Isabel I de Inglaterra como reconocimiento a los muchos servicios que prestó a la corona, entre ellos el haber fundado en 1584 la colonia de Virginia. Nacido en el seno de la nobleza rural se inició en la carrera de las armas luchando en la Guerra de Religiones convertido de joven en un hugonote más. Junto a su hermano, Humphrey Gilbert, aprendió las tácticas de la piratería, las cuales aplicaría en provecho propio en el nombre de Inglaterra. En 1599, después de salir de la cárcel en la que había ingresado por seducir a una dama de compañía de la reina con la cual fue obligado a casarse, preparó una expedición a la Guayana atraído por la leyenda de El Dorado. Así, en 1595, zarpó de Plymoth rumbo a América haciendo escala en Canarias (Tenerife y Fuerteventura) donde logró hacer robos de ganado y abordajes a dos navíos que contenían armas y toneles de vinos.
Robert Blake
El nombre de Robert Blake está relacionado con Canarias desde que en el año 1657 hiciera un intento frustrado de invadir la isla de Tenerife. La batalla fue encarnizada cobrándose los piratas ingleses el botín de seis galeones y una docena de otras naves que formaban parte de la flota española que estaba en la rada del puerto tinerfeño. Blake está considerado como uno de los grandes marineros de Inglaterra, por cuanto que fue él quien logró darle forma y hacer de la Marina un cuerpo de élite que se convertiría en el brazo armado de una monarquía que tenía una reconocida política expansionista. Como teórico de la guerra naval escribió varios tratados y tuvo infinidad de ocasiones para poner en práctica sus ideas, como ocurrió en el asedio de Cádiz en la guerra anglo-española (1655-1666) bajo las órdenes de Oliver Cromwell.
Woodes Rogers
Woodes Rogers hizo la aventura de su vida en el año 1708 cuando partiendo de Inglaterra logró llegar a los mares del Sur. Hazaña por la cual obtendría la gobernación real de las Bahamas. Este viaje fue cubierto con una flota de mediano calado patrocinada por comerciantes de Bristol quienes eligieron a Rogers haciendo caso a la buena reputación que tenía como capitán de la marina mercante. Woodes Rogers se percató nada más zarpar que tenía muy pocas provisiones de vino con las que combatir el frío del cabo de Hornos. Para remediarlo hizo escala en Madeira. Quiso hacer lo propio en Canarias, pero un navío los atrajo hacia Tenerife actuando sobre él con las mañas de la piratería. Cautiva su tripulación fue intercambiada por víveres en Puerto de la Cruz. En este viaje el pirata Rogers rescató a Alexandre Selkin el cual había sido abandonado en una isla desierta por el capitán Padlin, aventura que inspiraría años más tarde a Daniel Defoe para escribir su célebre Robinson Crusoe.
George Clifford
El pirata inglés George Clifford, conde de Cumberland, tuvo a las Azores como su botín particular, pues entre 1585 y 1598 realizó hasta 13 asaltos con mayor o menor éxito. En su carrera como pirata no pudo poner en práctica sus amplios conocimientos en matemáticas adquiridos en Cambridge, y su refinada educación se volvió tosca y cruel con el roce y la amistad de personajes como Raleigh o Hawkins. Su sueño era asaltar Brasil, para lo que logró equipar una escuadra en 1598. En este viaje hizo escala en Lanzarote con la idea de secuestrar al marqués de Herrera y pedir un rescate. Lo que el pirata desconocía era que hacía unos años que el viejo marqués había fallecido. En el intento, Teguise permaneció ocupada por el pirata inglés por espacio de ocho días. Jornadas en las que se efectuaron saqueos indiscriminados, llegando a penetrar en el castillo de Santa Bárbara para apoderarse de una docena de piezas de artillería.